La razón de ser del Estado, en cualquiera de sus niveles, es la organización de la vida en la comunidad que le da origen. Dicha organización implica, entre otras cosas, la coordinación de las actividades comunes en beneficio de sus integrantes. Así quienes integran la comunidad suelen agruparse por afinidad de visión en diversas partidos, mediantes los cuales pugnarán en las elecciones para obtener los cargos de decisión.
Así vemos que los partidos políticos juegan un rol preponderante en la vida de las democracias modernas, es a través de ellos que se forman los dirigentes que han de ocupar los cargos públicos, y quienes deben articular las demandas de la comunidad en planes de gobierno que les den solución. Pero es importante que aquí tratemos uno de los roles que los partidos políticos de nuestro medio han olvidado en sus prácticas habituales: el estudio de la realidad.
Hoy, la mayor parte de los partidos, tanto el gobernante como los de oposición están más preocupados por la manera de obtener el poder que en preguntarse ¿para qué?. Debemos recordar aquí que unas de las definiciones más viejas del concepto “política” que conocemos nos fue legado por Aristóteles hace ya cerca de 2500 años, y el cual entendía a la política como la búsqueda del bien común. Ni en ese entonces ni en nuestros días es concebible esta búsqueda del bienestar general sin un diagnóstico certero de la realidad, que como decía algún avezado criollo es la única verdad...
Pero el conocer la realidad, implica, en nuestro caso, el recorrer la ciudad, conversar con su gente, saber y padecer el estado de su infraestructura, tener un mapa del delito, un mapa de la pobreza, interactuar con sus fuerzas vivas... estas y muchas otras actividades nos permiten tener un acercamiento al estado efectivo de nuestro medio. Ese es el insumo elemental para cualquier diagnóstico que se quiera realizar, y a riesgo de que nos tilden de organicistas, ya sabemos que sin un diagnóstico certero es imposible curar o palear cualquier tipo de malestar.
Es así que nos encontramos con que una de las principales deudas de los partidos políticos con la comunidad es el de intentar poner fin a este mal que nos afecta: la improvisación en la gestión. Cuando se trabaja de manera improvisada, aún con buena voluntad, se asignan recursos de manera ineficiente, se duplican los esfuerzos y la mayor parte de las veces no se solucionan los problemas de fondo, pues, simplemente se los desconoce, y en general suele atacarse el efecto y no la causa con la consecuencia lógica de su posterior reaparición. Recordemos que cuando se habla de duplicar esfuerzos hablamos de dos cosas sumamente sensibles: por un lado se malgastan recursos públicos –o sea de todos- y por el otro, el problema no está resuelto y volverá a presentarse.
Tal vez sea allí donde haya que buscar la causa de los resultados electorales más recientes. El electorado no alcanza a divisar en el menú electoral una propuesta integral de gobierno que ponga fin al estado actual de improvisación. Es decir que muchos entienden como oposición a ese conjunto de políticos y dirigentes que simplemente están en la “vereda de enfrente” del gobierno municipal. Y aquí es donde se presenta una complicación que pone de manifiesto uno de las mayores dolencias de nuestra Democracia local: la carencia de una articulación de propuestas que permita una alternativa de gobierno, pues constituirse en el de potencial recambio del gobierno actual es un paso superador al de la mera oposición.
Los partidos políticos locales muestran hoy una importante falencia en su rol de transformar en planes, programas o proyectos las diversas demandas de la comunidad que nos contiene. Ese es uno de los hechos que más incidencia tiene en que nuestros conciudadanos los vea como oposición y no como alternativa, pues no logran articular y comunicar una propuesta superadora en términos prácticos y creíbles. Este último punto es esencial también a la hora de comprender a la oposición: la credibilidad. El reciclado permanente de viejos dirigentes o la aparición de nombres nuevos pero vacíos de contenido (debido al esquema partidario de nula autonomía y obediencia debida) constituyen un punto claro en que son una “oposición funcional”, pero se alejan de ser alternativa.
Esa falta de espacios de debate y pensamiento en los Partidos Políticos tradicionales nos llevó a constituirnos con el paso del tiempo, no sólo en oposición sino también en alternativa. Dentro del espacio que conduce Pablo Del Litto sabemos que la crítica por sí misma va preñada del intento de desprestigiar al gobierno y no constituye una opción para la búsqueda de soluciones a los problemas o desafíos comunes, por eso, no es para nosotros la principal herramienta de fuste político. No la obviamos, pero no hacemos de ella un uso insensato como quienes no tiene otra cosa que decir. Nuestra principal herramienta política ha de ser el estudio de los problemas, el aporte de soluciones posibles y la búsqueda de consensos. Desde nuestro espacio, entendemos que quienes formamos parte de la oposición pero con voluntad de alternativa partimos de una concepción diferente de cómo hacer política: construyendo.
Espacio solicitado
Lic. Sebastián E. ARIAS
PRO San Nicolás
www.prosn.com.ar