Interes General
18/05/2025 - 08:04:45



He venido para que tengan vida: “Un cielo nuevo y una tierra nueva”


Por Obispo Monseñor Hugo Santiago

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan (Jn 13, 31-33)

“Durante la Última Cena, después que judas salió, Jesús dijo: ‘Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en Él. Si Dios ha sido glorificado en ´-El, también lo glorificará en sí mismo y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como Yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulo: en el amor que se tengan los unos a los otros”. Palabra del Señor.

Dos opciones en el modo de vivir

Si nos preguntamos sobre el sentido de la vida, hay sólo dos modos de concebirla y como consecuencia, dos estilos de vida fundamentales que de allí surgen. Si Cristo vive resucitado y eso significa también nuestra vida más allá de la muerte, vale la pena hacer nuestro el modo de pensar y de vivir de Jesús: el diálogo permanente con Dios nuestro Padre, el amor y el servicio a hermanos, el corrernos del centro y pensar en los otros, la caridad con los más desvalidos, en fin, una ética de valores que surgen del estilo de pensar y de vivir de Jesús y se centra en amarnos los unos a los otros como Él nos amó, trabajando por una sociedad distinta, pintada de justicia y dignidad. En cambio, si pensamos que Cristo no resucitó y nuestra vida termina con la muerte física, es natural que tratemos sólo de pasarla bien mientras tengamos vida, que nos interesemos sólo por nosotros mismos y que cada uno se las arregle como pueda En otras palabras, pierde sentido una ética porque no hay futuro, sólo hay presente y por lo tanto estamos condenados a vivir hoy, sin esperanza en el futuro.

La promesa de un cielo nuevo y una tierra nueva

La segunda lectura de este domingo es del libro del Apocalipsis que relata un drama que llega a su fin. Desaparecida la primera creación y entregados al castigo eterno todos los malvados, el vidente profetiza el futuro contando lo que ve: “Yo Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron” (Ap. 21,1). El “primer” cielo y la “primera” tierra, que son los nuestros de ahora y de cuya creación nos habla la primera página de la Biblia, han desaparecido. El vidente contempla un mundo nuevo creado por Dios en el que está ausente el mal; ve también la “ciudad santa que desciende del cielo”, que es la convivencia de Dios con nosotros. Allí, sigue diciendo, ya no se oirá más el lamento desgarrador de los que son víctimas de la violencia; cesarán los gritos de los oprimidos que ven pisoteados sus derechos, y hasta el cansancio y el esfuerzo físico desaparecerán por completo; “las lágrimas”, que son la expresión más humana y personal del dolor, serán enjugadas personalmente por Dios, “y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó”. Finalmente, el vidente ve a Cristo que dice: “yo hago nuevas todas las cosas”.

La primavera de este mundo nuevo se encuentran en todo el bien que existe en nuestro mundo de hoy, aunque de manera germinal. Tu misión es sembrar las semillas de bondad y verdad que nos dejó Jesús, y cuidar los brotes de los que sembraron antes que vos para que sigan creciendo, aunque esté la amenaza de la cizaña, que también existe. Que Dios te bendiga, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Buen domingo.

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