Interes General
10/03/2024 - 08:12:48



“Quien tiene un ‘para qué’ soporta cualquier ‘como’”


Por Monseñor Hugo Santiago

HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA: “Quien tiene un ‘para qué’ soporta cualquier ‘como’”

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según San Marcos (Jn 3,14-21)

“Dijo Jesús: De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en Él tengan Vida eterna. Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él. El que creen en Él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios.” Palabra del Señor.

¿Por qué a mí?

Dice Jesús en el Evangelio de este domingo refiriéndose a su muerte en cruz: “De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto para que todos los que creen en Él tengan Vida eterna”. La frase hace referencia al pueblo judío que caminaba en el desierto hacia la tierra prometida, donde hay serpientes que los atacan y algunos mueren. Ante este hecho, Moisés, siguiendo el consejo de Dios, hace una serpiente de bronce y quien la mira se cura y no muere, en ese sentido, hace referencia al efecto sanador de la cruz de Cristo. Es difícil entender la cruz como un signo de curación porque a todas luces la cruz hace relación a tortura, sufrimiento absurdo e injusto. Cuando nos toca sufrir –a eso le llamamos cruz-, pensamos que no es justo que a nosotros que somos honrados nos haya acontecido una enfermedad, un fracaso, un abandono, la muerte de un ser querido. Solemos decir: “hay tanta gente mala ¿por qué Dios hace sufrir a los honestos, mientras que los corruptos parecen pasarla bien? En este sentido nuestro razonamiento no es alocado, de hecho, antes de Cristo la cruz también era un signo de maldición y de castigo para los ladrones, asesinos y malhechores.

El amor atrae, sana y rescata

Pero Cristo crucificado cambió el significado del sufrimiento y lo transformó en el signo de un gran amor, el amor de Dios que viene a nosotros y se manifiesta en Él. La cruz de Cristo es el signo de un amor a nosotros hasta el sufrimiento, y cuando alguien es capaz de sufrir y entregarse al dolor para rescatar a otro -por ejemplo, los padres que olvidándose de sí mismos, viven para promover a su hijo discapacitado-, entonces ama hasta el extremo. Más allá no se puede ir en esta vida y eso impacta y atrae el corazón de quien de este modo es amado. De hecho, Jesús lo dijo: “Cuando sea elevado sobre la tierra ‘atraeré’ a todos hacia mí”. El cristianismo nace de la atracción de un amor que nos ama hasta el extremo, por eso la religión nunca podrá imponerse, porque el amor no se puede imponer, el amor atrae, por eso el cristianismo nació, nace y resurgirá siempre desde la atracción del amor de Cristo crucificado. En otras palabras; el sentirnos amados sana toda herida. Por eso un santo nos aconseja: “sólo te pido que lo mires”.

¿Para qué?

¿Para qué Cristo nos ama hasta el suplicio de la cruz? Él mismo lo dice: “para que tengan vida eterna”. Hay vida eterna donde hay vida digna, amor, comunicación, encuentro, paz, armonía, por eso el Papa Benedicto XVI decía: “la vida eterna será ‘relación’, relación de amor, de armonía con Dios y con los demás. De hecho, el encuentro que provoca el amor gratuito genera placer, bienestar interior, aunque cueste sacrificio, y a los momentos placenteros los queremos eternizar y por eso son una “pista” de lo que será la vida eterna. El egoísmo, en cambio, nos deja solos y la soledad en cuanto incomunicación es el infierno, porque no hay peor situación que sentirse solos y abandonados. Por eso el camino de realización humana está en relación con la comunicación, el servicio y el encuentro que provoca el hecho de amar. En clave cristiana, realización personal y comunitaria van de la mano –como egoísmo y destrucción social también-, porque la persona, imitando a Cristo, se realiza entregándose por los demás, y donde hay alguien que se entrega por el bien común, allí la sociedad mejora, a su vez el que sirve desinteresadamente se va transformando en mejor persona, porque los actos buenos no quedan fuera de nosotros, sino que nos cualifican. En efecto, el que dice la verdad, tiene gestos de solidaridad, de servicio, el que trabaja por la justicia, se va transformando en una persona veraz, solidaria, servicial, justa, en fin, en una persona valiosa, y a su vez hace crecer a su entorno, a su familia, a su lugar de trabajo, a su ciudad, a su patria. Por eso la clave de realización personal y comunitaria es el amor hasta el sacrificio de sí y Jesús en la cruz lo muestra de manera palmaria. En Él Dios nos muestra el camino de realización personal y social. Buen domingo.

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