En San Nicolás, el próximo 28 de junio, elegimos concejales y consejeros escolares. Los ciudadanos deben saber que esta elección no implica un cambio de gobierno ni alteración alguna en el poder ejecutivo municipal; el acto comicial se restringe a reemplazar diez (10) de los veinte (20) concejales que integran el poder legislativo local y tres (3) de los seis (6) consejeros escolares.
Vale esta aclaración, pues en nuestra actividad de campaña hemos advertido un elevado grado de desinformación y desconcierto –especialmente en jóvenes-, que la propia política se ocupa de fomentar como herramienta de subsistencia de las estructuras tradicionales.
Los nicoleños debemos tener en claro qué votamos, para tomar la decisión correcta.
A modo de ejemplo, podemos referir que el Concejo Deliberante, es el órgano municipal, que el año pasado aprobó un aumento de Tasas Municipales que en la de Alumbrado, Barrido y Limpieza llegó al orden del 240% -casi dos veces y media-; este organismo, por mayoría, apoyó al Ejecutivo Nacional en contra del campo; también el Concejo Deliberante, aprobó unánimemente el traslado de la red de alta tensión eléctrica en la zona Oeste de la ciudad, que hoy está tan cuestionada; la creación de los corredores del transporte público, y así podríamos destacar otras competencias del legislativo local, que repercuten en la vida cotidiana de todos los vecinos.
Allí radica la importancia que reviste esta elección, pues estamos definiendo, cual será la composición futura del órgano que incide en nuestras vidas en temas de vital importancia para todos.
Pero no sólo hay que advertir el aspecto negativo en que puede influir la actividad del Concejo Deliberante, ya que contrariamente a lo que nos tienen acostumbrados nuestros ediles, se puede constituir en una herramienta e instrumento que nos permita mejorar la calidad de vida. Es decir, que no sólo tiene la aptitud de perjudicar al vecino, sino que además tiene la función de beneficiarnos con el dictado de normas que provean el progreso de la ciudad y de quienes la habitamos –para ello está-.
Y en esta instancia de la ciudad, es necesario que nuestro órgano legislativo, se ocupe intensivamente de materias como la seguridad de los vecinos, y del desarrollo económico local, como herramienta generadora de fuentes de trabajo, que como todos sabemos, están siendo gravemente amenazadas.
Hay que sumarle a todo ello, la competencia que posee en el contralor del manejo de los fondos públicos que adolecen en general de falta de transparencia y publicidad.
En definitiva, el 28 de junio, nos enfrentamos a una decisión muy importante para nuestro futuro como ciudad, debemos elegir con responsabilidad si queremos un Concejo Deliberante que legisle para los vecinos, o continuar con un recinto que se ha convertido en un “ring” donde se libran batallas personales los dirigentes políticos de nuestra ciudad.
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