Los trabajadores mantienen una presencia activa en las puertas de la hilandería desde el fin de semana cuando les prohibieron el ingreso.
Mantenían un paro en sus puestos de trabajo.
La fábrica paralizada.
El conflicto entre los empresarios De Fiorentino y los empleados textiles tiene larga data y pasó varias veces por la Delegación del Ministro de Trabajo. En aquellos encuentros y mediaciones se acordaron formas de pago de deudas de salarios, premios y aguinaldos que no se cumplieron.
Por eso los trabajadores adoptaron una posición de no producir y cumplir el horario de trabajo, a la espera de la prometida reactivación de la hilandería.
Con el paso de los días vieron como se iban diluyendo sus expectativas, que se agravaron con el corte de los suministros de luz y gas por falta de pago.
Sin encontrar respuestas a sus reclamos por los salarios vencidos, el fin de semana se encontraron que las puertas de la empresa estaban cerradas, y que había orden expresa de no dejarlos entrar.
Mientras la empresa manifiesta que no puede hacerle frente a esa deuda si no se pone a funcionar la planta ubicada en el barrio 7 de Septiembre, los trabajadores indicaron que hubo despachos y no se cumplió con lo prometido.
Ahora los trabajadores mantienen sus turnos en la puerta del taller, técnicamente sin estar despedidos ni suspendidos, a la espera del pago de la deuda, o que la empresa convoque a acreedores y solicite su quiebra.
Los textiles recibieron el apoyo de la CTA local y de otros sectores sociales y políticos desde el inicio del conflicto, en especial desde el mes de febrero cuando dejaron de producir.
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