Varias cuestiones planteadas por la Defensoría del Pueblo de la Nación para la defensa del Delta del Paraná fueron tenidas en cuenta en estos días por el Poder Ejecutivo y por la Justicia; a la declaración de “humedal de importancia internacional”, anunciada en febrero, se suma ahora la paralización precautoria de las obras que se realizan en el valle de inundación del río Luján y el bajo Delta.
Desde 2008 la Defensoría ha solicitado -en numerosas oportunidades- a los Gobernadores de Buenos Aires y Entre Ríos que establezcan una moratoria a la aprobación de nuevos emprendimientos o cambios de uso del suelo que pudieran modificar la dinámica hídrica hasta tanto esté en funcionamiento un plan integral de gestión para todo este ecosistema, el cual es compartido por las provincias de Entre Ríos, Buenos Aires y Santa Fe.
Este pedido se basó en el hecho de que muchos de los nuevos emprendimientos urbanísticos y productivos realizan terraplenes y diques para evitar el ingreso de las aguas de las crecidas del río Paraná; pero como los ciclos de inundaciones y bajantes son características del Delta, mal podrían ser considerados un “obstáculo a eliminar”.
La Defensoría del Pueblo considera que los intentos por impedir el normal ingreso de las aguas a los campos no sólo generan un fuerte desequilibrio ecológico sino, también, producen la amplificación del efecto de las crecidas en terrenos vecinos y la desestabilización y el derrumbe de las costas.
Por su parte, la declaración de “humedal de importancia internacional” con la que la Convención Ramsar reconoció este sitio, y que comprende a los humedales continentales de los tramos medio e inferior del río Paraná en Entre Ríos y Santa Fe, y dos Parques Nacionales ("Predelta" e "Islas de Santa Fe"), está en consonancia con el pedido de la Defensoría de creación de un área protegida interjurisdiccional. Si bien la declaración Ramsar no implica la creación de un área protegida, este es el primer paso para el reconocimiento de la relevancia que tiene el Delta como ecosistema estratégico para el país.
Entre los bienes y servicios que el Delta provee -y que se ven afectados por el inadecuado uso del suelo- se cuentan la amortiguación de inundaciones y los efectos de las tormentas tanto a nivel local como en áreas vecinas. Asimismo, este ecosistema es clave para el almacenaje y retención de agua, la provisión de agua dulce para consumo y producción, la recarga y descarga de acuíferos, la regulación de la salinidad y protección de suelos, la estabilización de costas, la retención de contaminantes, la producción de forraje natural para la actividad ganadera, el sostenimiento de la principal pesquería comercial de río (sábalo) y del mercado apícola (Argentina es el segundo exportador mundial de miel a granel), y el atemperamiento de condiciones climáticas extremas.
Por lo tanto, mantener la salud de este ecosistema es fundamental no sólo para salvaguardar la identidad cultural y los sistemas productivos de los pobladores tradicionales sino para garantizar el bienestar actual y futuro de las personas que habitan el eje La Plata-Rosario, el corredor de desarrollo e intervención antrópica más consolidado del país.