Una quema de pastizales en la zona de islas frente a las costas del Cuartel, originaron una lengua de cenizas que pasó sobre la ciudad. Las partículas en suspensión eran arrastradas sobre las cabezas de los nicoleños, y en algunos casos caía profusamente. Durante la noche y cuando la atmósfera baje, se hará evidente su presencia.
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