Para hacer y rezar
Noveno mes: 12 de octubre a 12 de noviembre
EL INFORMANTE le ofrecerá una serie de diez publicaciones, proporcionado un modelo de evangelización y de espirtualidad. Extraídas de la obra del Padre Leandro Chitarroni, Guadalupe y Juan Diego entre nosotros, una posibilidad pastoral, presentaran orientaciones que pueden ser aptas, en el intento de colaborar a una sociedad más feliz.
El mencionado autor, acentuando en el Amor de Dios que nos salva, y la visita de Nuestra Madre de Guadalupe que nos anima, propone y sugiere oraciones, obras y criterios. Oraciones, obras y criterios a recrear, con la luz del Espíritu Santo que nos convierte, en la vida cotidiana, y en nuestros habituales trabajos o servicios comunitarios y personales.
De hecho, el material ya está siendo utilizado en otros lugares con singular éxito, para enriquecer caminos, actitudes y fines a concretar al compartir la fe. Si bien tienen una inspiración guadalupana, se pueden utilizar sin referencia explícita a la misma.
Objetivo cotidiano y fin pastoral: comunicación sacramental
Oración: Oración: pedimos la gracia de corresponder con nuestra entrega a la bondad de Dios, transmitiendo lo más posible a Él y lo que nos regala; para que su fuerza pueda transformar nuestra agua en el mejor vino de alegría y salvación. Imploramos al Espíritu Santo nos conforme como Pueblo y pueblos peregrinos, y nos haga encarnar lo anterior; fecundándonos en la línea de nuestras posibilidades, pero más allá de las mismas. Que bajo su orientación seamos protagonistas de un dinamismo vital que haga presente lo trascendente en nuestro trayecto histórico, animando a enriquecer y enriquecernos en interrelación. Que movidos por sus dones, colaboremos así a edificar el pueblo con generosidad, uniendo cielo y tierra, y a los diferentes; transitando con perseverancia caminos de encuentro masivo con el Señor y de mestizaje generalizado.
Suplicamos particularmente los dones de piedad, fortaleza y temor. El primero nos perfecciona en el amor fraterno, haciéndonos ver la imagen de Dios en cada persona; y, por lo tanto, su carácter sagrado, e inmensa dignidad y nobleza, que debemos servir y ayudar. El segundo, para ser capaces de renunciarnos a nosotros mismos y dar la vida por Cristo y los hermanos; soportando o enfrentando, generosamente y con constancia, situaciones que nos parecerían imposibles de sobrellevar. Y, finalmente, el santo temor de Dios, que radica en el amor, y en el amor halla su perfección, para reconocer que Él nos sobrepasa, es infinitamente más grande y nunca podemos abarcarlo completamente en su ser y designios. Así, su Amor y planes, que siempre nos superan y trascienden por todos lados y tiempos, nos ayudan a ser audaces y diligentes para encarnar el bien y evitar ofenderlo.
Madre que da la vida y educa
Nuestra Señora de Guadalupe hace presente a su Hijo y la salvación que Él nos trae, constituyéndose de este modo en la matriz, el destino y la luz de un muevo pueblo. A todos los que se relacionan con Ella los dignifica, acredita y ayuda a madurar colectiva y personalmente, llenándolos de júbilo y orientándolos a considerarse mejor y a cultivar interrelaciones más positivas. Así, al mismo tiempo que consuela, incentiva a construir realidades comunitarias e individuales superadoras.
Obra de misericordia: sufrir con paciencia las flaquezas ajenas y propias. Sobrellevar dichas limitaciones, con humor, vaciamiento y vencimiento de uno mismo, ayuda a crecer en la caridad. Cualquier convivencia o cercanía con los demás, ante las debilidades y miserias que todos tenemos, llama y convoca a lo anterior, y puede transformarse así en oportunidad de crecimiento. Dios y su infinita condescendencia, con su Pueblo y los pueblos, y con cada uno de nosotros, nos anima a vivir lo anterior sin endiosar o estigmatizar al otro.
Oración: gracias Madre, porque estás dispuesta a educarnos; a plenificar nuestro ser comunitario y personal, para que podamos protagonizar mejores relaciones sociales. Por favor, que seamos dóciles a tu acción y podamos madurar; que pasando de esta forma de la tristeza a la felicidad, colaboremos en la sanación de los vínculos entre los pueblos o comunidades, y sus integrantes. Que tu hija, la Iglesia, pueda de esta forma respetar y acompañar, y ser luz en el mundo de hoy.
Encomendamos, perdonando y perdonándonos de corazón, a alguien con el que estemos distanciados, o tengamos alguna dificultad de relación. Además de lo anterior, o en su reemplazo, podemos suplicar por un conocido, amigo o familiar, por el cual queramos interceder. Luego podríamos tener, con esa o esas personas, otro gesto concreto, o hacerle un favor manifiesto u oculto.
Pasos y acciones: aportar a construir una nueva realidad, tanto general como eclesial, en la cual todos podamos sentirnos parte y efectivamente serlo.
Ayudarnos a cultivar una gran decisión por el bien, con la firmeza y la flexibilidad del que es el Amor en sí, enraizados en las prácticas y certezas de la vida cristiana. Y, por lo mismo, con la luz necesaria para nunca cerrarnos a las constantes novedades que viven y suscitan las culturas, las personas y las situaciones. Ser de esta manera fieles, tanto a lo permanente de lo bueno y verdadero, como a sus variables o mudables formas de expresión.
Alentarnos mutuamente a crecer en la manera de tratarnos y considerarnos entre nosotros; a mirar bien a los demás y a tomar decisiones que acrecienten la solidaridad. Como Pueblo de Dios, como comunidad y en forma particular, intentar dar pasos hacia la superación de hostilidades y resentimientos.
Buscar la hermandad en lo cotidiano, sembrando confianza y diálogo. Amar a los otros tal como son; y, desde ese quererlos, trabajar desinteresadamente por su bien, donando y compartiendo lo propio, poniéndolo al servicio, y manifestando así la amabilidad de Dios.
Incentivar a las diversas identidades culturales a re-conocerse por mediación de las diferentes; propiciando el compartir momentos y expresiones interculturales de la vida y de diversos valores en general, y del misterio de Dios y de la iglesia en particular.
Utilizar la vivencia de las anteriores experiencias de polifonía, para animar a descentrarse, a reconocer las alteridades, a ponerse en el lugar del otro o del diferente. Aprender y enseñar a superar propios puntos de vista, haciendo patentes heterogéneas formas culturales de expresar análogos sentidos.