Durante varias horas estuvo cortada la circulación de avenida Morteo, entre España y Juan B. Justo. Policía y bomberos estuvieron junto a los vecinos esperando que EDEN iniciara las tareas de recambio del poste. Cuando comenzaron el reemplazo, se procedió al apagado de las cubiertas, aproximadamente a las 19:15. Doce horas después de que se generara el problema.
Hubo varios momentos de tensión durante la espera.
Los vecinos se disculpaban por el corte, y conversaban en la vereda sobre los inconvenientes que traía la falta de suministro eléctrico.
Los servidores públicos y los funcionarios municipales no podían contener la bronca de la gente, que mutaba en incertidumbre con el paso de las horas.
Se confundían en el mismo lugar la impotencia de quienes cansados de la situación precaria del poste, sumado al corte de luz, decidieron el corte de calle para llamar la atención; con aquellos que pasaban indiferentes por los desvíos obligados.
Los que se manifestaban hacían valer sus derechos, y los que circulaban por la avenida sólo a acatar las directivas del personal policial.
Entre ambos se cruzaban miradas elocuentes de reproche, ante una situación que se podría haber evitado con alguna medida que hace tiempo se debería haber tomado.
Cuando lo bomberos terminaron su faena volvieron a la dependencia, y quedó la policía en el lugar para garantizar que todo transcurriera con alguna normalidad.
Se distrajeron por algunas horas recursos públicos que podrían haber estado en otra tarea.
Los vecinos dejaron su rutina para manifestarse, algunos activamente, y otros sólo como espectadores, ante un problema que les trajo inconvenientes y que tiene como responsable a la empresa distribuidora de energía.
Mientras se vulneraban los derechos de circular de unos, se privaba del servicio a los clientes de EDEN, en una suma de contravenciones, delitos e incumplimientos contractuales.
Habrá seguramente una instancia administrativa para el reclamo, se obviarán los cargos penales, y todo quedará en la impaciencia de los afectados directos.
Nadie se animará a decir cuál es el límite que se debe marcar ante un hecho de injusticia.