El 2 de Octubre de 1892 se ponía en marcha en las ruinas de un viejo molino harinero propiedad de Bartolomé Sívori, una incipiente fábrica textil de boinas, fajas y tartanes. El establecimiento estaba ubicado en el vértice norte de la Provincia de Buenos Aires sobre las orillas del Arroyo del Medio, para explotar convenientemente un salto de agua que sirviera para producir energía hidroeléctrica se llamaba La Emilia y sus propietarios eran los Hermanos Leodegario Córdova, su esposa Emilia Benito y el hermano del primero llamado Quintín.
Habían arribado de la localidad de Arrecifes con la finalidad de poner en marcha esta producción de textiles que con el tiempo alcanzarían ribetes importantísimos.
Los alrededores, fue poblándose de viviendas ubicadas en los terrenos de la familia Córdova, casi todas ellas pobladas por inmigrantes españoles que comenzarían a trabajar en el establecimiento textil.
Con el tiempo irían adquiriendo las mismas y tomando fisonomía el pueblo. Al promediarse la Primera Guerra Mundial, la industria textil de La Emilia comenzó a adquirir notoriedad por la calidad de sus producciones y por el carácter de la empresa: un establecimiento dónde se desarrollaba el ciclo completo de la producción, es decir que ingresaba la lana y pasaba por las distintas secciones (cardado y lavado, hilado, tinte y peinado, entre otras) saliendo la tela ya terminada.
La Emilia Industrias Textiles comenzó a exportar a Europa sus tejidos que incluso sirvieron para al confección de los clásicos Casimires Ingleses.
La empresa tuvo que enfrenar tempranamente los desafíos de las inundaciones que frenaban y destruía todo a su alrededor.
La familia Córdova estaba convencida de que, al estar varios kilómetros de distancia de San Nicolás, debían desarrollarse vínculos sociales que servirían tanto para la producción con éxito de textiles como para enfrentar estos avatares.
Construyeron viviendas para sus obreros, brindaron servicio eléctrico y recolección de residuos, todos sin cargo, y construyeron también un club: El Club Atlético La Emilia que utilizó los colores clásicos de la producción (Blanco y Negro) como sus distintivos.
La localidad fue creciendo y pasando momentos de esplendor conforme también al desarrollo de las industrias de sustitución de importaciones en el país.
A mitad del siglo XX, la localidad de La Emilia era una localidad próspera, con una gran Obra Social (Cine Teatro para 1.500 personas, Gimnasio con piso de parquet, piscina olímpica, canchas de tenis, bochas y pelota a paleta, bownlig y una gran cancha de fútbol) además de un circuito automovilístico
En esta fábrica textil trabajaban alrededor de 1.500 obreros que ya gozaban del medio aguinaldo y vacaciones pagas, siendo La Emilia Industrias Textiles una de las primeras empresas en llevar a la práctica la reciente legislación laboral.
Grandes figuras de la música, deportes, cultura y arte venían a ella para recorrer el pueblo y disfrutar su estadía.
Un gran monte de eucaliptos junto al Arroyo del Medio, brindaba también las bondades de su sombra y hospitalidad.
Conforme afianzaron en el país políticas liberales de comercio que posibilitaron el ingreso de textiles importados a bajos precios y las constantes inundaciones, la industria textil de La Emilia comenzó a tener problemas de pagos a sus proveedores y al personal.
La gran inundación de 1966 produjo enormes pérdidas que precipitarían aún más la crisis.
A pesar de todo, la fábrica textil y la comunidad continuaron sobreviviendo a estos desafíos.
En 1981 como consecuencia de la ejecución de deudas contraídas ante el Banco Nacional de Desarrollo, se ordena la convocatoria a acreedores y en 1985 la fábrica textil, junto a la Obra Social J. S. Córdova (más tarde el actual Club Social y Deportivo La Emilia) junto al área del monte del pueblo, y 15 viviendas salieron todas a remate judicial.
A partir de allí desapareció para siempre la tutela de la industria textil de los Córdova hacia todas las actividades que se desarrollaban en la comunidad. Entonces se organizaron servicios cooperativas para suplir algunas de las falencias propias (por ejemplo la provisión de agua potable tanto en el casco urbano como en sus barrios).
Las inundaciones continuaron y se desarrolló una gran obra de hidráulica junto al Arroyo del Medio que hoy por hoy impide este viejo peligro.
En su historia surgieron las respectivas instituciones (jardines, escuelas, cooperativas, comisiones vecinales, delegación municipal, parroquia, etc) que hacen del pueblo de La Emilia una comunidad organizada y responsable frente a las diversas problemáticas que siempre están presentes en el concierto social.
La Emilia celebra sus 120 años de vida, naciendo el poblado junto a la fábrica que le dio origen y tomando su fecha de inicio de acciones laborales como la de su propia existencia.
Prof. Lic. Ricardo D. Primo
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