Todo comenzó cuando los hermanos españoles Quintín y Leodegario Córdova decidieron producir mantas, ponchos, boinas y fajas. Un antiguo molino harinero ubicado en el lugar que luego llevaría el nombre de La Emilia, en homenaje a Emilia Benito de Córdova, esposa de Leodegario, sirvió como sede de la nueva industria, dotada de máquinas rudimentarias. Veintiún años después se constituía la sociedad colectiva Leodegario Córdova y Cía., integrada por el titular de la firma y Antonio Fernández. En 1922 se dio un paso muy importante con la introducción de una máquina productora de telas cardadas y el futuro desarrollo era casi predecible. Una hilandería de lana completa fue adquirida a la Societé Alsacienne des Constructions Mecaniques, en 1936, señalando no sólo un acontecimiento local sino también de carácter nacional.
Los productos que allí se elaboraban ganaron respeto rápidamente y, consecuentemente una importante porción en el mercado respectivo. La pequeña fábrica se desarrolló hasta convertirse en una gran industria, generando puestos de trabajo que atrajeron a personas provenientes de otras ciudades.
Los primeros cambios:
Hacia mayo de 1943 fue disuelta la sociedad colectiva quedando a cargo de Leodegario Córdova su activo y pasivo y las sucesivas etapas institucionales de la empresa que desde 1959 actúa como La Emilia Industrias Textiles S.A.I.C y F. En el bienio 1947-48 prosiguió la ampliación de los sectores de hilandería de peinado, tejeduría y tintorería y diez años después se procedió a reestructurar totalmente la planta fabril.
En ese entonces (1962-64) la empresa disponía de una superficie cubierta de más de 40.000 metros cuadrados, rodeada por 81 hectáreas de terrenos propiedad de la firma. Unas 1.600 personas producían allí telas cardadas, en el trienio 1962-65 , como también confecciones femeninas en el mismo lapso; telas peinadas, casimires, sobretodos, prendas de mujer, hilados para uso industrial, boinas de lana prehilada y lanas para tejer a mano.
El surgimiento del pueblo de la mano de los Córdova:
Ocho manzanas del pueblo de La Emilia eran ocupadas por casas cedidas gratuitamente a jefes, capataces, empleados y obreros estando también a cargo de la empresa el suministro de alumbrado, barrido, limpieza, aguas corrientes y servicios cloacales, pavimentación y forestación de la zona. También loteó parte de sus tierras adjudicándolas a su personal y constituyó un cine-teatro con capacidad para 1.500 espectadores y un club deportivo social que contaba con un autódromo. Fue de esa forma como nació poco a poco la localidad de La Emilia, un pueblo ligado al trabajo, con obreros llenos de alegría y devoción por aquellos que además de trabajo les brindaron todo lo necesario y más para sus necesidades y las de sus familias.
El 18 de enero de 1964, la empresa sufrió la pérdida del Presidente Honorario Leodegario Córdova y el mando de la misma quedó en manos de su hijo Carlos, quien perdió la vida en un accidente automovilístico pocos años después en 1971. Allí, en ese momento la compañía entró en un período de letargo.
Desde 1971 a 1976 la empresa reinició su actividad exportadora destinando parte de su producción a distintos países como Estados Unidos, Rusia, Japón, entre otros. Se arribó así a los años 1976/77 en que la recesión comercial incide especialmente en la industria lanera, disminuyendo la demanda del producto juntamente con el poder adquisitivo de la población, el aumento de los costos no compensado por el alza de precios, la eliminación práctica de todo apoyo estatal, la alteración de los regímenes arancelarios y de reembolsos y retenciones, todo ello afectó enormemente la rentabilidad de la empresa, agobiada asimismo por altísimos intereses pegados a distintos compañías financieras.
Tal situación produjo un ahogo financiero de naturaleza tal que ante la existencia de diversos pedidos de quiebra la empresa se vio obligada a solicitar su concurso preventivo el 7/12/1977. Este expediente llegó hasta la corte suprema donde culmina con el decreto de falencia de la firma dictado el 7/10/1980.
Nuevo comienzo:
Luego de una sindicatura judicial que administró la empresa desde septiembre de 1980 a octubre de 1983 y con la planta en actividad mediante terceros, la misma fue adquirida en licitación nacional e internacional por Meller S.A.
La población Emiliana quedó devastada, todo lo que habían adquirido se iba desmoronando. El amor por la antigua fábrica siguió intacto hasta nuestros días, recordando los días de arduo trabajo, de jornadas festivas y de recreamiento pasados en el club social y deportivo de la localidad.
Los Meller en la época ya eran reconocidos y portaban una buena reputación. Descendientes de un inmigrante polaco que comenzó reciclando subproductos textiles y scrap, sus hijos, Máximo y Jaime desarrollaron un fuerte grupo económico privado siendo su fuerte la industria textil, pero diversificado ya que también incluían una subsidiaria dedicada a las construcciones civiles, otra a las telecomunicaciones, etc. Inmediatamente los hermanos anexaron a la producción habitual de la textil Emiliana productos como telas de lana y lycra, con el objetivo de innovar y diversificar.
Desde la adquisición de la planta de La Emilia en octubre de 1983, Meller S.A. se evocó a la ardua tarea de iniciar un reequipamiento tecnológico que le permitieron operar en el mercado textil en condiciones favorables. Según los directivos de Meller los criterios fundamentales que se adoptaron para dicho reequipamiento fueron el incremento de la productividad partiendo del desarrollo de mayores velocidades, simplicidad y economía en el servicio de mantenimiento, optimización de las calidades en función de la automatización impuesta a las distintas etapas del proceso tradicionalmente sujetas a operaciones manuales y renovación de tecnología
Reestructuración y nuevos proyectos:
En el año 2000 los hermanos se dividen y Máximo se hace cargo de la textil, que en Septiembre de 2004 cambió de rubro y comenzó con la producción de motovehículos a raíz de que la textil en Argentina se vio afectada por la llegada de masivos productos extranjeros y por la reducción del poder de compras.
Éste nuevo emprendimiento comenzó con el armado de tres modelos, utilizando la marca Motomel para distinguirlos y contaba con 40 empleados que realizaban el montaje de las motos por medio de la compra de partes en la India. Cuatro años más tarde las partes comenzaron a comprarse en China, lo que sucede aún en la actualidad.
Durante los años siguientes Motomel fue ganando prestigio en el mercado de los motovehículos, aumentando la producción, el número de empleados y creando relaciones netamente laborales con países del extranjero.
Actualmente la fábrica cuenta con 400 obreros, produce más de 40 modelos de motovehículos, y añadió a su gama de accesorios los cascos Mell, compuestos por 8 modelos.
Por otro lado la marca Motomel es auspiciante del fútbol argentino, su logo está en varios de los equipos de primera A (Independiente, Newell´s, entre otros), como también en torneos de menor prestigio como el Argentino B, en donde compite La Emilia. La firma garantiza y asegura la provisión a nivel país de toda la gama de repuestos y accesorios originales, los cuales son debidamente rotulados y codificados para asegurar su autenticidad.
La Emilia sigue apostando a la fábrica, el pueblo cambió como todo con el correr de los años pero nadie olvida por un minuto la era de los hermanos que dieron todo por la comunidad Emiliana, los Córdova. Aún así con el paso del tiempo los jóvenes emilianos crecieron laboralmente con Motomel, hoy la número 1 en ventas de motovehículos. El pueblo recuerda y a la vez busca el porvenir de los jóvenes de hoy. Ésta es la historia del lugar que surgió de un molino, se llenó de gloria en sus épocas doradas que dio la textil lanera y subsiste hoy con la misma fábrica pero distinto espíritu y labor. Al mirar el imponente edificio de la industria cada pueblerino ve a La Emilia S.A.
Compendio realizado por Renata Abramor