El sábado 1 de octubre, el obispo de San Nicolás, monseñor Héctor Cardelli, celebró una misa en el santuario de María del Rosario por el comienzo de “Octubre misionero”, de la región pastoral del litoral. Fue luego de una jornada de oración en el Carmelo en el día de Santa Teresita, y una cantata que reunió a jóvenes de la región.
Al comienzo de su homilía, el prelado recordó las palabras de Benedicto XVI en su mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones 2011: “No podemos quedarnos tranquilos al pensar que después de dos mil años, aún hay pueblos que no conocen a Cristo y no han escuchado su mensaje de salvación”.
“Aparecida 286 –señaló monseñor Cardelli- nos abre a la constatación que en nuestra Iglesia latinoamericana son muchos los creyentes que no participan de la Eucaristía dominical, ni reciben con regularidad los sacramentos, ni se insertan activamente en la comunidad eclesial. Con esta mirada de nuestra realidad, tomamos conciencia de que tenemos un alto porcentaje de católicos sin conciencia de su misión de ser sal y fermento en el mundo, con una identidad cristiana débil y vulnerable”.
El pastor nicoleño afirmó que “el primer desafío que se nos presenta con urgencia es el de desarrollar en nuestras comunidades un crecimiento en la maduración de la fe para afianzar la identidad cristiana de los bautizados, tan vulnerables que no los hace capaces para que sean fervientes misioneros”.
“La misión es la resultante del encuentro con Cristo y del proceso de maduración de la fe. No podemos dar lo que no tenemos, ni podemos anunciar a los demás lo que no hemos contemplado en nuestro corazón” dijo el obispo y agregó que “el misionero debe ser una luz que rutilante alumbra a toda hora y en todo lugar, ya no le sirve una hora semanal en su parroquia o colegio, sino que como un voraz incendio, se expande en todo tiempo y lugar”.
Monseñor Cardelli pidió hacer de la misión evangelizadora, una relación personal con el otro “relación inspirada por la sobreabundancia de la fe y el amor que bullen en su corazón misionero, acercándolo al otro con vínculos de amistad, de cercanía afectuosa, cálida, sincera, llena de ternura y de respeto por el otro”.
“La conversión pastoral nos insta a profundizar los vínculos, a renunciar al dedo acusador que pone su fuerza en el precepto más que en el amor, a la urgencia de convertirnos a la Iglesia, para que la evangelización sea orgánica y abarcativa”, resaltó.
Como conclusión, el prelado dijo que “desde esta región del litoral, nos unimos a toda la Argentina, con María, nuestra Madre, para hacer de nuestra Patria un ámbito solidario en el compromiso de la Misión”.
Fuente AICA