La alegría es contagiosa y sirve para olvidar las penas. En estos últimos días son varios los que festejan, algunos por adelantado, y contagian su entusiasmo. Las Brujas de El Abrojal no se comen esos buñuelos y esperan descorchar cuando sea la hora. Mientras tanto miran de lejos y esperan que el frío nos les ataque los huesos.
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