Jorge Luis Borges dejó versos y amigos en San Nicolás. Pero en su infancia había dejado parte de sus días en los campos de la familia de su madre, en Acevedo. En su cosmografía recordaba los arroyos y esa pampa bárbara que cobijaba a los paisanos. En su biografía en la década del 70 no ahorró recuerdos para esa niñez tan autista a las costumbres populares que después se le fueron revelando con los cadeneros y con los orilleros del Barrio de Palermo.
Nota completa en Columnistas.