Razones externas e internas de naturaleza económicas y políticas, generaron hace 200 años la Gesta de Mayo, históricamente reconocida como la Revolución de Mayo, y que constituye el antecedente inmediato de la independencia de Nuestro País
Sin perjuicio de las distintas interpretaciones y versiones de los hechos históricos, lo cierto es que, a pesar de las dificultades de la época, entre otras cosas, en materia de comunicaciones y distancias, los argentinos que protagonizaron los eventos que se sucedieron desde mayo de 1810 y que se encaminaron al 9 de julio de 1816, aún desde visiones distintas, lograron acordar y consensuar acciones políticas que dieron nacimiento a Nuestra Patria.
Se trató de un proyecto de País concebido en común, que fue definiéndose desde los distintos puntos de nuestro extenso territorio, en un contexto histórico determinado y a partir de los más variados pensamientos que lograron conjugar con el tiempo, en una síntesis nacional.
Hoy asistimos a la conmemoración del bicentenario de los acontecimientos fundacionales del País, y no debemos dejar pasar la oportunidad, haciendo de la ocasión sólo una celebración festiva o una “escapada” turística.
Los argentinos necesitamos, en la situación que nos toca actualmente, recuperar la comunión de ideas, el acuerdo, el consenso, en pos de un proyecto de País que asegure el bienestar de todos quienes lo habitamos.
No bastan los festejos, actos, inauguraciones de obras o el fin de semana largo para pasear; debemos honrar a aquellos que, desde la diversidad y muchas veces con su propia sangre, contribuyeron a la liberación e independencia de la Patria; y comenzar a transitar hacia un futuro de grandes acuerdos y proyectos que nos permitan realizar la Argentina por la que los próceres dedicaron su vida, que ha sido definida en nuestra Constitución Nacional y que es anhelada por muchos argentinos que están excluídos de la declamación de Bienestar General enunciada en su texto.
Por ello, celebremos y conmemoremos el hecho histórico por su aniversario, pero sumemos a partir de los festejos, una actitud bicentenaria que no es otra que conciliar nuestras diferencias para darle forma a una visión común de País hacia el futuro, que haga de los derechos enunciados en nuestra Carta Magna una realidad concreta, y no una mera declamación.