Algunos hombres pasan por la vida dejando una huella indeleble de su andar.
No se necesitan palabras altisonantes a través de discursos que pocos entienden, ni estar demasiado en los medios o ser un personaje famoso por sus actitudes para dejar una huella. Solo se necesita interpretar el corazón de Dios y poner todo su empeño y amor en hacer aquello para lo que el Eterno lo capacitó.
Omar De Felipe fue el ícono de ese trabajo silencioso, con denuedo, con amor, firme en sus convicciones, fiel esposo, padre ejemplar, compañero y amigo, amable, de sonrisa fácil y simpatía sin par.
Llevó alivio a corazones angustiados y lastimados, le tendió la mano al que necesitaba no solo un lugar donde vivir, sino una oración, un consejo de padre, de amigo.
La huella la deja en una sociedad que vio con asombro que es posible tratar con amor a los niños, “sus niños”, por los que volcó todo su esfuerzo junto a su familia y a los que trabajaban en el Hogar el Amanecer, en encontrar algo distinto, algo que cada día se acercara a la excelencia.
Muchos proyectos seguirán adelante, algunos de sus sueños verán la luz en el futuro, lo que no se podrá decir de Omar es que pasó desapercibido, que alguien no soñó en algún momento con alguno de sus sueños. Que no habrá un corazón de algunos de sus “hijos” que no lo recuerde con gratitud al Señor por el tiempo que nos permitió contar con su luz tan particular.
Pasaste la última puerta, solo te queda esperar que estemos juntos una vez más, ya no para reírnos, tomar un desayuno, compartir un sueño, una oración, abrazo, una broma, sino para ver cumplidos los tiempos y entrar en la eternidad para nunca separarnos.
Querido Omar, te extrañaremos, por supuesto, porque te quisimos y te queremos.
Gracias Señor por esta bendición que nos diste en Omar De Felipe.
Pastores: Alfredo Delletto, Rubén Weiss, David Thompson y Eduardo Morello