A tres sabios ciegos indios les encomendaron que definieran un elefante. Fiándose por su olfato, coincidieron que se trataba de un animal salvaje. También al unísono oyeron el bufido y acordaron que se trataba de un animal salvaje de gran magnitud. Pero cuando se acercaron a tocarlo, uno lo tomó de la cola, y creyó que un elefante era como un plumero. Otro pasó sus manos por el vientre del paquidermo, y tuvo certeza que el elefante era como un tambor. El otro sabio ciego indio le tocó la trompa, y afirmó que el elefante era como una manguera. Los tres sabios ciegos indios tocaron el mismo elefante y cada uno creyó que era, lo que no era.
Con la nocturnidad, pasa algo similar. Es un gran elefante que tiene varias partes, y sigue siendo una sola cosa.
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