Plan de Pastoral
Cuarto mes: 12 de mayo a 12 de junio
EL INFORMANTE le ofrecerá una serie de diez publicaciones, proporcionado un modelo de evangelización y de espirtualidad. Extraídas de la obra del Padre Leandro Chitarroni, Explicitación teológica y posibilidad: el símbolo guadalupano y una pragmática para nuestras transmisiones salvadoras, presentaran orientaciones que pueden ser aptas, en el intento de colaborar a una sociedad más feliz.
El mencionado autor, acentuando en el Amor de Dios que nos salva, y la visita de Nuestra Madre de Guadalupe que nos anima, propone y sugiere oraciones, obras y criterios. Oraciones, obras y criterios a recrear, con la luz del Espíritu Santo que nos convierte, en la vida cotidiana, y en nuestros habituales trabajos o servicios comunitarios y personales.
De hecho, el material ya está siendo utilizado en otros lugares con singular éxito, para enriquecer caminos, actitudes y fines a concretar al compartir la fe. Si bien tienen una inspiración guadalupana, se pueden utilizar sin referencia explícita a la misma.
Actitud pastoral: manifestar la Bondad de Dios
Oración: pedimos la gracia de mirar misericordiosa y maternalmente, para formular una palabra inclusiva que manifieste a Jesucristo; reconociendo explícitamente con ella, los beneficios debidos a la Bondad de Dios en la vida de los otros y en la propia. Imploramos la capacidad de testimoniar y comunicar su Persona y designio salvador, siendo obedientes a la Palabra hecha carne; escuchándola, sobre todo y responsablemente, en la orientadora palabra de los más pobres.
Suplicamos, en relación con lo anterior, los dones de sabiduría y consejo. Por el primero, ese saber, mucho más que intelectual, que tiene que ver con el amor, y haciéndonos saborear las cosas celestiales, nos enseña a ser expertos en el arte de vivir. Por el segundo, la luz de saber incentivar a los demás a ser fieles a la voluntad de Dios; ayudándoles a descubrir y crecer en el sentido fundamental de su existencia, y a recorrer bien el peculiar trayecto que tengan que transitar para el mayor bien de todos.
Para ser mensajeros hoy
Encarnar actos de fe, esperanza y caridad, tales como tener una actitud amical para con todos (especialmente con los más sufridos e indigentes), contar la historia de las apariciones, y portar y regalar las imágenes de Nuestra Señora de Guadalupe y de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin; nos ayudan a encarnar y compartir el milagro del Tepeyac en nuestro presente.
Obra de misericordia: perdonar las injurias. El ser humano es proclive al resentimiento y a la venganza; pero el perdón de Dios está siempre a nuestro alcance, salvo que nosotros mismos nos cerremos. Debemos intentar imitarlo siempre, y por más doloroso que sea lo que nos ha ofendido, tratando de perdonar y perdonarnos, al menos interiormente. Con gestos y palabras, si fuera necesario, y sin caer en posteriores reproches y auto flagelos, distinguiendo personas y acciones.
Oración: imploramos la gracia de ser obedientes y laboriosos pregoneros del Amor y sus deseos, que colaboremos a edificar el Pueblo de Dios, a la concreción del plan y perdón divinos en la historia. Y si nos toca padecer alguna injusticia, cualquiera que sea, que sepamos estar con Nuestra Madre, confiando en su intervención. Teniendo la seguridad de que, más bien temprano que tarde, precisamente en el momento más conveniente, Ella siempre pone las cosas en su lugar.
Encomendamos a alguna familia, grupo o persona a la que luego podremos contar algo sobre San Juan Diego Cuauhtlatoatzin; en cuanto a su vida en general y, sobre todo, en lo referido a su religiosidad y actitud fraternal.
Pasos y acciones: animar a entregar la vida en el servicio, y si tuviéramos la gracia, en el martirio, incentivando a abrirse a la mediación de la Virgen y a la obra de Dios. Para poder afrontar todo, sostenidos por su don, libres de resentimientos, y sean cuales fueren nuestras circunstancias.
Como los más pacientes, que así lo hacen, pensar en los intereses divinos, más que en nosotros mismos, al intentar seguir sus mandatos.
Poner nuestro ser comunitario y personal, con sus riquezas y posibilidades, a disposición del auxilio de todos, gratuitamente y tratando de evitar quejas.
Ser capaces de amar, aceptar y disimular, pronunciando palabras compasivas, las carencias de pueblos, grupos, individuos y situaciones históricas.
Cultivar una actitud positiva generalizada, siendo muy marianos y misericordiosos, y tratando de encarnar acciones y cualidades significativas y edificantes en el mundo, tradiciones y sociedades a las que pertenecemos.
Resaltar el testimonio de los últimos y más sufridos de cada comunidad, buscando aprovechar masivamente las fuerzas de sus certezas.