Interes General
16/12/2023 - 23:38:49



He venido para que tengan vida. “Que no me la crea”


Por Obispo Mons. Hugo Santiago

HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA
“Que no me la crea”


Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan (Jn 1, 6-28)

Apareció un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino el testigo de la luz. Este es el testimonio que dio Juan, cuando los judíos enviaron sacerdotes y levitas desde Jerusalén, para preguntarle: ‘¿Quién eres tú?’ ‘Yo no soy el Mesías’. ‘¿Quién eres, entonces?’ Le preguntaron: ‘¿Eres Elías?’ Juan dijo: ‘No’. ‘¿Eres el Profeta?’ ‘Tampoco’ respondió.

Ellos insistieron: ‘¿Quién eres, para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado? ¿Qué dices de ti mismo?’ Y él les dijo: ‘Yo soy una voz que grita en el desierto: Allanen el camino del Señor, como dijo el profeta Isaías’.

Algunos de los enviados eran fariseos y volvieron a preguntarle: ‘¿Por qué bautizas, entonces si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?’ Juan respondió: ‘Yo bautizo con agua pero en medio de ustedes hay alguien al que ustedes no conocen: Él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia’. Todo esto sucedió en Betania, al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba. Palabra del Señor.

La humildad es ubicación

Juan tenía una gran autoridad ante los judíos, fundamentalmente porque era un hombre coherente, austero, anunciaba y denunciaba con mucha valentía, con palabras fuertes y verdaderas.
Por otra parte, no asume un protagonismo tal que ensombrezca la figura de Jesús a quien le prepara el camino, es un hombre humilde. La humildad es ubicación. Cuando el Papa Francisco es elegido, una de las primeras intenciones que nos pide a todos los cristianos es: “recen para que no me las crea”. Juan, no obstante la consideración que le tenían todos, no se las cree, sabe y dice que no es el Mesías, es el que le viene a preparar el camino.

La soberbia es sobreactuación

El soberbio no se percibe tal cual es porque se cree lo que no es, es un “agrandado”, decimos vulgarmente, es como un globo inflado, se pincha, sale el aire y queda transformado sólo en un poco de goma sin forma; eso era en realidad. “No somos Dios”, por más importantes que nos consideren los demás, por más trascendencia que nos dé socialmente el puesto que ocupemos, el dinero o el poder que tengamos. Dice un Salmo de la Biblia que las personas somos como las flores que florecen por la mañana y se secan por la tarde, somos como el sonido que pasa, como el actor que en el teatro entra en escena y sale. Por eso es muy sano y ubicado decirnos a nosotros mismos: “si me las creo no estoy en la verdad de las cosas”.

La voz y la Palabra

San Agustín hace un comentario muy inteligente respecto de los dichos de Juan cuando dice: “yo soy una voz que grita en el desierto”; afirma: ‘Juan reconoce que es la voz, no la Palabra’.

La voz es el sonido que entra en nuestro oído trayendo un contenido que nosotros escuchamos y nos hace comprender no sólo lo que nos dice otra persona, sino en cierto sentido, lo que esa persona es, su identidad. El sonido tiene su protagonismo pero es menos importante, entra por un oído y sale por el otro –como se dice habitualmente-, mientras que el contenido que trae la voz queda en nuestro interior, la voz es portadora de un mensaje que permanece en nuestra memoria, que desciframos e inicia un diálogo con otra persona que se está comunicando con nosotros.

El contenido, en este caso, la Palabra, es Jesús, el Hijo de Dios Salvador, y Juan se da cuenta que él sólo es el que lo da a conocer mediante el sonido de su voz. Juan no se las cree porque tiene conciencia de que él es sólo el sonido y pone a Jesús como el contenido, lo importante de su mensaje, aunque él sea muy reconocido.

Nuestra dignidad

Somos una creatura que tiene la dignidad de persona y de Hijo de Dios, que nace y vive para cumplir una misión que Él puso en nuestro código genético, por eso tenemos que tomar conciencia de la trascendencia del servicio de bondad y de construcción que Dios nos ha encomendado.

De allí que ser ubicados consiste en tomar conciencia de la trascendencia de nuestra misión por humilde que sea, de nuestra dignidad de personas, de la confianza y la esperanza que Dios puso en nosotros para construir un mundo en paz, humano y justo.

Ubicarnos es comprometernos y saber que nuestra misión es importante, aunque conservando la consciencia de que el protagonista principal es “Otro”. Nosotros, como sus hijos y amigos fuimos llamados por Él a darle una mano en esta historia y eso es un privilegio y una alegría que resalta nuestra dignidad. Buen domingo.

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