Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Lucas (Lc. 6, 12-13.17.20-26)
“Entonces Jesús, fijando la mirada en sus discípulos, dijo: ‘¡Felices ustedes, los pobres, porque el Reino de Dios les pertenece! ¡Felices ustedes, los que ahora tienen hambre, porque serán saciados! ¡Felices ustedes, los que ahora lloran, porque reirán! ¡Felices ustedes, cuando los hombres los odien, los excluyan, los insulten y proscriban el nombre de ustedes, considerándolos infames a causa del Hijo del hombre! ¡Alégrense y llénense de gozo en ese día, porque la recompensa de ustedes será grande en el cielo! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los profetas” “Pero ¡hay de ustedes los ricos, porque ya tienen su consuelo! ¡Ay de ustedes, los que ahora están satisfechos, porque tendrán hambre! ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen, porque conocerán la aflicción y las lágrimas! ¡Ay de ustedes cuando todos los elogien! ¡De la misma manera los padres de ellos trataban a los falsos profetas! Palabra del Señor.
Se hace camino al andar
Antonio Machado decía en uno de sus poemas: “Caminante, no hay camino, se hace camino al andar”. Los cristianos lo desdecimos en parte, afirmando: “Caminante, hay camino”, es Cristo, pero tienes razón en que “se hace camino al andar”. Todos coincidiremos en que la vida hay que vivirla, que no tiene ensayo y que lo importante es llegar a destino aunque el camino no sea tan placentero ni tan fácil de caminar, porque no tiene sentido caminar por un camino sin obstáculos si nos extravía y nos impide llegar a la meta deseada. Esta claro: lo importante es llegar a destino.
El camino acertado
Jesús dijo: “Yo soy el camino” porque con su testimonio nos enseña el modo de vida cierto para alcanzar la meta. El desafío está en que su estilo de vida no es para nada fácil de imitar, pero es el que nos lleva a destino ya aquí, en esta vida, y por eso nos hace disfrutar de una genuina alegría. “¡Felices los pobres!” no indica una clase social excluyendo a otra, sino que señala una actitud de desprendimiento y de puesta al servicio del bien común de las capacidades, oportunidades y bienes que tengamos, muchos o pocos. “Hay de los ricos porque ya tienen su consuelo”, es un lamento por la actitud egoísta de quién acumula para sí dañando el bien común, porque en la vejez no podrá retener ni gozar de lo acumulado y tendrá que dar cuentas a Dios de su egoísmo y mala administración. “Felices los que tienen hambre y sed de justicia” es el motor de una sociedad que trabaja para que las cargas y los beneficios se distribuyan equitativamente de acuerdo a las capacidades de cada uno, de modo que todos alcancen una vida digna. “Felices los que ahora lloran”, indica que llorar es un modo de amor, es quejarse ante quien nos puede escuchar y hacer que dejemos de sufrir cuando estamos enfermos, nos sentimos solos o estamos pasando un momento malo. “Felices ustedes cuando los excluyan, los insulten y los proscriban…a causa del Hijo del Hombre”, significa aceptar que estar proscriptos por defender la verdad y la justicia que vienen del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo es difícil pero altamente virtuoso y edificante, anima a la sociedad, le da esperanza y genera compromisos análogos, mientras que la mentira, que busca el propio interés, genera escepticismo, descreimiento, evasión de las responsabilidades, daño social. ¡¡Imaginemos como sería nuestro país si los argentinos viviésemos esta bienaventuranza!!
La vida es una oportunidad
La vida es una “chance”, una oportunidad única para vivir de acuerdo a lo que Dios nos pide o vivir como se nos antoja motivados por nuestra mirada inmanente que sólo ve el “más acá” y nos hace buscar los propios intereses sin importarnos que los demás sufran o les vaya mal, con la convicción de que no hay nada más allá y, por tanto, no habrá premios ni méritos valorados, ni nadie hará justicia al final. La opción es vivir con fe o sin ella, con esperanza o decepcionados, con amor o sólo cuidando nuestros intereses individuales. A los primeros Jesús los llama “felices”, por los segundos Jesús se lamenta diciendo “¡Ay!”, como el padre que le hace una propuesta de felicidad a su hijo y no puede impedir que la rechace, engañado por una falsa promesa de felicidad que terminará en frustración. Si tenemos el regalo y la fortaleza de caminar este camino, Jesús nos dice como a Pedro: “recibirás el ciento por uno ya en esta vida, en medio de persecuciones” y “tu recompensa será grande en el Reino de los Cielos” (Mt. 19,29). Que Dios te bendiga, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Buen domingo.